Sofía es la palabra griega para sabiduría. Aunque la sabiduría se considera una cualidad, en el ámbito filosófico y religioso de Occidente, Sofía se representa como una divinidad.
Pero, ¿quién es Sofía? No era una divinidad en el sentido pagano. Se la ve más bien como una manera de honrar a la sabiduría.
El mito de Sofía se remonta al libro de los Setenta, como se conoce a la Biblia hebrea cuando fue traducida al griego en el siglo II a.C. En estos libros, la palabra hebrea para sabiduría, «Hokhmah» o «Hojma», se convirtió en Sofía en griego. Sin embargo, Sofía en estos textos tenía una peculiaridad: estaba personificada. Se la presentaba como un ser que existía en Dios antes de la creación, como la madre de todas las cosas, el aliento de Dios o el espíritu virginal de Dios.
En todas sus representaciones, Sofía es también Dios, lo que implica una multiplicidad divina. Cuando hablamos de Sofía, hablamos de Dios. Aparece en los libros de Proverbios, Eclesiástico, la Sabiduría de Salomón e incluso en el Génesis. Aunque se la considera una metáfora, hablar de Sofía es hablar de Dios en la Biblia hebrea.
La sabiduría también aparece en la Biblia, escrita en griego, específicamente en el Libro de la Sabiduría. Aunque se supone que este libro fue escrito en un período anterior a Platón, en él se encuentran palabras similares a las pronunciadas en teoría por el Sabio Salomón, constructor del Templo de Jerusalén.
En el Libro de los Proverbios, la Sabiduría es personificada y representada como una mujer espiritual que invita a otros a aceptar los dones que ella ofrece. Esta personificación simbólica resalta la cualidad receptiva y acogedora de la sabiduría, presentándola como una guía compasiva y sabia que busca compartir su conocimiento con aquellos que estén dispuestos a recibirlo. La elección de representar a la Sabiduría como una figura femenina puede sugerir la conexión intrínseca entre la receptividad, la intuición y la comprensión profunda que se asocian tradicionalmente con lo femenino. De esta manera, el Libro de los Proverbios utiliza esta imagen para comunicar la idea de que la sabiduría es accesible para todos y está disponible para aquellos que estén abiertos a su enseñanza y orientación.
El mito de Sofía nació en las fuentes judías y floreció en el cristianismo primitivo. Los gnósticos, un movimiento que surgió en el siglo II d.C., desarrollaron aún más el conocimiento y la veneración de Sofía. Para ellos, Sofía era más que una alegoría; era un verdadero ser divino capaz de redimir a la humanidad y proporcionar salvación.
La basílica de Santa Sofía es una de las más célebres del mundo. Construida en el siglo VI d.C., fue originalmente cristiana y luego pasó al islam, convirtiéndose finalmente en un museo en 1935. Una de sus características interesantes es que fue dedicada a la Santa Sabiduría, que es la traducción literal de Sofía.
«Como las abejas son atraídas por el perfume de la rosa, así también los amantes de Sophia, provenientes de todas las direcciones, se apresuran a subir los siete peldaños de la «escala mística» para pasar la «puerta de la sabiduría eterna». Esta puerta, angosta pero majestuosa, es la sephira Hochmah (Jojmá), el punto de partida cabalístico. Es la energía de la luz y el eterno centro de la vida, el pequeño grano de Jacob Boehme, siempre dispuesto a germinar en este mundo de tinieblas. Siete oriflamas con consejos sobre el trato con los poderes celestes decoran el túnel, que está formado por las crestas de la luz y las tinieblas.
Texto e imagen:
Heinrich Khunrath, Amphitheatrum sapientiae aeternae, 1602.
LA GRECIA CLÁSICA Y LA SABIDURÍA
En la mitología griega, la sabiduría estaba asociada con Atenea, por lo que Sofía no era considerada como una diosa propiamente dicha.
No se puede hablar de sabiduría sin mencionar a Sócrates, considerado el hombre más sabio que jamás existió, y a su discípulo más querido, Platón (cuyo nombre original era Aristocles). En «La República» de Platón, se enumeran los frutos de la sabiduría como la ‘prudencia’, el ‘valor’ (o fortaleza), la ‘templanza’ y la ‘justicia’ (la suma de las tres anteriores)
Hoy en día, la lechuza es considerada simbólicamente como la representación de la sabiduría en toda Grecia, siendo el mochuelo de Atenea, la diosa de la Sabiduría, de donde toma su nombre la ciudad de Atenas.
La palabra «sabiduría» en griego es SOPHÍA (Σοφία). De ahí proviene ‘FILOSOFÍA’, que literalmente significa «amor por la sabiduría».
La historia de Sofía es una narrativa cautivadora que revela el eterno esfuerzo del alma por restaurar la relación y el equilibrio entre los arquetipos femeninos y masculinos, personificados en las figuras de la diosa y el dios. A través del arquetipo femenino, se enfatizan las tendencias intuitivas e introspectivas del alma, así como las cualidades de cuidado y compasión, que a menudo son subestimadas en sociedades donde solo se exalta el arquetipo masculino como divino.
El símbolo místico ancestral de la sabiduría divina es algo reservado para aquellos que han alcanzado una armonía interna entre los aspectos femeninos y masculinos de su ser. Esta sabiduría trascendental no surge de nosotros mismos, sino que se nos otorga desde las más altas esferas celestiales. En este contexto, lo femenino se asocia con el receptor, el estado pasivo de aceptación y receptividad, mientras que lo masculino puede entenderse como el principio activo de búsqueda y acción.
Solo una mujer que haya integrado plenamente su lado femenino, o un hombre que haya aceptado y comprendido su lado femenino, pueden acceder verdaderamente a esta sabiduría. Es a través de la armonización de estos aspectos internos que se crea el recipiente adecuado para recibir la sabiduría divina. La dualidad de género se convierte así en un reflejo de la dualidad cósmica, donde el equilibrio entre lo masculino y lo femenino permite el flujo armonioso de la sabiduría desde los planos celestiales hacia la humanidad.
«Sofía, lo femenino de Dios», Más que un simple atributo de Dios, se nos presenta como una entidad divina en sí misma. Se dice que ella emanó de la boca del Todopoderoso y está imbuida del conocimiento de Dios. Como compañera del trono divino y maestra de la creación, es la favorita y confidente de Dios. Se une a la humanidad con amor, pero si este amor no es correspondido, se retira. La Sabiduría no impone castigos; más bien, si el ser humano se aparta del camino correcto, se castiga a sí mismo. Ella ofrece advertencias y llamados, pero respeta el libre albedrío humano y no fuerza decisiones. Aunque tiene la capacidad de señalar errores y acusar, no recurre a la violencia. La Sabiduría se presenta como una guía compasiva y paciente, dispuesta a enseñar y orientar, pero siempre respetando la autonomía y la responsabilidad de cada individuo.
En el siglo XX, los psicólogos vieron en Sofía una extraordinaria metáfora del alma humana. La parte más elevada de nuestra conciencia se eleva y se une con la Divinidad, mientras que la parte más débil queda atrapada en el mundo imperfecto.
Sofía estuvo presente en las primeras épocas del cristianismo y sus atributos fueron atribuidos a Jesucristo, como guía, salvación y amor. Con el tiempo, la Iglesia institucionalizada eliminó a Sofía de sus tradiciones para evitar la confusión con una diosa pagana y para distanciarse de los gnósticos, que eran sus principales seguidores. En su lugar, se enfocó más en la figura de María, la madre de Jesús, otorgándole características propias de Sofía para hacerla desaparecer.
La encarnación de la sabiduría. Sofía, en su esencia, representa un aspecto o estadio del ánima, el principio femenino interior como arquetipo. No es simplemente una mujer, sino una fuerza andrógina, una amante divina capaz de penetrar sutilmente a través de todas las cosas. Es la guía interior que conoce y comprende la esencia de todas las cosas, sirviendo de luz para aquellos que la descubren en lo más profundo de sus almas.
La pérdida de Sofía simboliza la pérdida de los valores femeninos en el mundo, y marca la dominación del principio masculino en lo material y lo espiritual. Sin embargo, cuando la reconocemos y nos conectamos con ella, se inicia un proceso de transformación donde ella misma se restaura. Sofía se convierte así en una vía de conocimiento, una fuente de sabiduría interior, personificando el arquetipo de la mujer sabia.
El estudio de la sabiduría misma es uno de los temas más fascinantes con los que puede encontrarse una persona estudiosa de la espiritualidad. Saber mucho no es ser más sabio, sino más erudito. La erudición consiste en datos que pueden olvidarse, pero la sabiduría es una cualidad que perdura en la persona.
En el mundo romano, la sabiduría era llamada SAPIENTIA. En el mundo hinduista, PRAJNA y en hebreo, HOKHMAH.
«El árbol que nace de la virginal madre mercurial (M) y que lleva los «frutos inefables de efectos varios» procede de la simiente del hombre (pájaros de la izquierda) y de la mujer (pájaros de la derecha). La veneración de Sophia como esposa mística de los filósofos o «soberana del mundo interior», se confunde frecuentemente con la invocación del agua mercurial. «Nuestra virgen carísima» es el nombre dado a Mercurio, porque al igual que María, acoge en su seno «la solución del cielo» y la convierte en el Lapis purificado.»
Hieronymus Reussner, Pandora, Basilea, 1582