La simbología, como lenguaje universal, nos sirven como puertas para abrir aspectos en nosotros y poder entrar en contacto con lo divino. Los símbolos son la puerta de entrada a la subconsciencia. Sirve como punto vibracional o alarma interna que nos va despertando arquetipos, las cualidades de estos responden siempre a un propósito que nos ayuda a clarificar.
Toda la realidad es un lenguaje; todo lo que existe tiene algo que comunicar. El silencio mismo es parte de un lenguaje. Cuando aprendemos a ver la realidad con otros ojos, con los ojos del alma, nos damos cuenta de que hay un problema en nuestro interior, pues somos nosotros los que no sabemos descodificar el lenguaje de la existencia. Todo está ahí, frente a nosotros, y somos los encargados de aprender de la realidad, que nos muestra a cada momento que hay que ver con nuevos ojos, para poder encontrar verdades más profundas, pues en un nivel muy profundo, las contradicciones no existen; estas son solo una apariencia.
Simbolo
El símbolo evoca una idea, una imagen como manifestación y sirve como elemento que despierta en el alma internos subjetivos y elevados de una realidad material. Expresan cualidades del alma divina de la naturaleza. Es la puerta o la ventana abierta de un camino infinito que encubre y revela al mismo tiempo. Encubre porque nunca se dejará saber completamente su significado, ya que es casi infinito, y revela porque nos muestra una realidad que, en una meditación o contemplación progresiva, se hace más grande y se revela.
El símbolo se convierte en un puente capaz de unir lo consciente y lo inconsciente, lo objetivo y lo subjetivo, lo real y lo formal. Uno habla un lenguaje taxativamente racional y explícito, mientras que el otro habla un lenguaje que trasciende lo racional y está implícito, cuya información trasciende la racionalidad y libera todo su potencial creativo y, por consiguiente, espiritual.
El símbolo es siempre una imagen con vida propia, capaz de unir entre sí varios niveles de interpretación con múltiples expresiones que transmiten revelación subjetiva y objetiva al mismo tiempo. Siempre arrojan luz para establecer contacto con determinados aspectos de algo.
Resulta oportuno recordar que el lenguaje por medio de lo simbólico es siempre en sentido figurado, es decir, en sentido amplio. Es el lenguaje figurativo creado por un lenguaje alegórico para proyectar una experiencia espiritual.
La mente y el pensamiento humano funcionan a través de símbolos; toda nuestra construcción, proyección y percepción de la realidad es a través de los símbolos. Todo es símbolo de algo. Construimos, luego la proyectamos y luego la percibimos.
Cada vez que vemos, sentimos u oímos, debemos preguntarnos: ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Qué está tratando de decirme?
Vivimos rodeados de símbolos; la unificación de símbolos crea palabras y conceptos mediante los cuales vamos construyendo el mundo. Existe un lenguaje subyacente en todo lo que percibo y lo que no alcanzo a percibir, pues siempre hay mucho más de místico y oculto en la realidad de lo que objetivamente se manifiesta.
El símbolo que hemos usado desde el origen de la civilización para tratar de explicar y entender son los dioses, que nada tienen que ver con Dios. Pues estos son manifestaciones de arquetipos o impulsos de energía y consciencia dentro de cada uno de nosotros.
Cada movimiento en la manifestación en el juego de vida, juega el papel de un arquetipo que poco a poco se va convirtiendo en modelo de todo lo demás, los arquetipos como entidades energéticas que están en la subconsciencia, son movimientos de una inteligencia interna que yace dentro de nosotros. Son los movimientos de lo que significan cada uno de ellos en una historia y cada uno es un elemento completo en si mismo. Los dioses internos, impulsos de energía o consciencia trabajan de forma lineal y en simultaneo.
Nota:
Recuerda siempre que cada enseñanza es moldeada por el prisma personal de quien la comparte, añadiendo un matiz distintivo a la comprensión del conocimiento.
Mi cosmovisión del universo es un filtro a través del cual percibo la realidad, y es una unidad de varias teorías, maestros, filósofos y escuelas místicas.