Santa Hildegarda de Bingen.

Hildegarda von Bingen, conocida también como la sibila del Rin y la profetisa teutónica: fue una monja benedictina alemana, teóloga, santa, compositora, escritora, filósofa, naturalista, médica, abadesa, mística y profetisa.

Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) Es conocida por sus visiones, su misticismo y su contribución a la ciencia, la medicina y la música. Su obra abarcó desde lo espiritual hasta campos como cosmología, medicina, biología y botánica. 

Creó la Lingua Ignota o lengua desconocida, el primer idioma artificial de la historia. Con el tiempo, pudo escribir tratados científicos en los que ya no transmitía sus visiones sino lo que había aprendido a través de su observación de la naturaleza, sin ser acusada de brujería y censurada, o escandalizar a nadie lo suficiente para impedírselo.

El legado de Santa Hildegarda de Bingen es vasto y multifacético. Fue canonizada y proclamada Doctora de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI en 2012, en reconocimiento a su contribución teológica y espiritual. Su vida y obra siguen siendo estudiadas y admiradas por su profunda espiritualidad, su visión holística del universo y su contribución a la medicina, la música y la teología.

Es sus obras abundan magníficas ilustraciones de sus visiones, que después interpreta, como ésta -"Las esferas cósmicas y el ser humano"- en la que ella aparece en la parte inferior izquierda.

Hildegarda experimentó visiones místicas desde temprana edad, las cuales consideró una comunicación directa con lo divino. Estas visiones formaron la base de su teología y su trabajo espiritual. Describía sus visiones como experiencias de luz, en las que recibía conocimientos profundos sobre la creación, la humanidad y Dios.

El esoterismo en la obra de Hildegarda se manifiesta en su interpretación simbólica del mundo natural y sus escritos teológicos. Creía que el universo estaba interconectado y que cada elemento de la creación tenía un significado espiritual y simbólico. Sus visiones y escritos reflejan una cosmología en la que el ser humano es una microcosmos del macrocosmos, es decir, una réplica en miniatura del universo.

Hildegarda comenzó a documentar sus visiones en sus obras principales. Entre ellas destacan:

  1. Scivias (Conoce los Caminos): Su obra más famosa, en la cual describe 26 visiones que abarcan desde la creación del mundo hasta el juicio final. A través de estas visiones, Hildegarda ofrece una interpretación detallada de la historia de la salvación y la estructura del universo.
  2. Liber Vitae Meritorum (El Libro de los Méritos de la Vida): En esta obra, Hildegarda explora la lucha entre el bien y el mal, describiendo vívidamente las virtudes y los vicios, y su impacto en la vida humana y el destino del alma.
  3. Liber Divinorum Operum(El Libro de las Obras Divinas): Aquí, Hildegarda presenta sus visiones sobre la relación entre Dios y la humanidad, y el funcionamiento del cosmos. La obra es una síntesis de su pensamiento teológico y místico.

Aunque Hildegarda no practicó la astrología de manera formal, su visión del cosmos incluía elementos astrológicos y cosmológicos. Creía que los astros y los cuerpos celestes influían en el mundo natural y en la vida humana. En su obra «Liber Divinorum Operum», describe cómo las estrellas y los planetas están relacionados con las estaciones y los ciclos de la vida, reflejando su comprensión de la armonía cósmica.

Además de sus escritos teológicos y místicos, Hildegarda produjo una vasta cantidad de trabajos en diversos campos:

  1. Physica y Causae et Curae: Dos tratados sobre medicina y ciencias naturales. En estos escritos, Hildegarda describe el uso de plantas, animales y minerales para curar enfermedades, mostrando su profundo conocimiento de la medicina natural.
  2. Ordo Virtutum: Una obra de teatro musical que es uno de los primeros ejemplos de drama litúrgico y moral. La pieza describe el enfrentamiento entre las Virtudes y el Diablo, simbolizando la lucha del alma por alcanzar la virtud.
  3. Correspondencia: Hildegarda mantuvo una extensa correspondencia con figuras importantes de su tiempo, incluyendo papas, emperadores y otros líderes religiosos y seculares. Sus cartas ofrecen una visión detallada de sus pensamientos y consejos espirituales.
  4. Música: Compuso una gran cantidad de obras musicales, incluyendo himnos, secuencias y antífonas. Su música es conocida por su estilo melódico y su espiritualidad profunda. Algunas de sus composiciones más conocidas están recogidas en el “Symphonia Armoniae Celestium Revelationum”.

Cuando su mentora murió y ella tomó su lugar de abadesa en el pequeño convento anexado al monasterio de Disibodenberg, lo que había sido un secreto fue compartido por instrucción divina: desde que tenía 3 años de edad tenía visiones. Pero en una reciente Dios le había ordenado transcribir lo que le mostraba.

«hablé y escribí estas cosas, no por invención de mi corazón o de cualquier otra persona, sino por los misterios secretos de Dios que escuché y recibí en los lugares celestiales. «Y de nuevo oí una voz del cielo que me decía: ‘Habla, pues, de estas maravillas, y escribe y dilas de la forma en que te fueron enseñadas'». 

Así que no era ella -quien afirmaba ser no más que una paupercula femina (pobre mujer) sin mayores dotes intelectuales que los recibidos de la gracia divina- sino un designio del Señor lo que la impulsaba a comunicar las revelaciones de sus episodios místicos que describía como «el flujo abismal de los misterios de Dios».

Cuando estaba en el proceso de escribir su primera obra, «Scivias«, el papa Eugenio III se enteró y ordenó una investigación. En esa época, y muchas después, las mujeres que hablaban de lo que no les correspondía terminaban en la hoguera: ¿era una auténtica visionaria o una simple pecadora sometida al poder de Satán?  Por suerte, y por ingenio, el dictamen fue que sus visiones eran fruto del Espíritu Santo, de tal manera que obtuvo la libertad de expresar, sin tapujos pero con astucia, todo lo que tenía en su mente. 

Pontífices y emperadores de distintos territorios europeos acudían a ella en busca de consejo espiritual y hasta predicciones de futuro. En sus casi 400 cartas que sobreviven, hay desde humildes penitentes pidiendo curas para sus males hasta reyes en pos de asesoramiento político.

Panteísta?

El panteísmo es una concepción del mundo y una doctrina filosófica según la cual el universo, la naturaleza y la deidad que los monoteístas llaman Dios son equivalentes. A lo largo de su vida experimentó visiones de Dios, viendo a los seres humanos como chispas vivas de Dios, como la luz del sol.

¿Qué inspiración podemos extraer de Santa Hildegarda de Bingen en relación con la Laudato Si’ y el Cuidado de la Creación? Hildegarda veía la armonía en la creación. Tenía una relación con la creación y entendía su sacramentalidad. A través de la Encarnación, Dios se revela a través de nosotros y de la creación. Cada criatura refleja algo de Dios y nos comunica algo. ¿Qué es un sacramento? Hay tres aspectos:

  1. Son signos externos – Dios transmite su gracia invisible a través de medios materiales y tangibles.
  2. Son instituidos por Cristo – creados durante el ministerio público de Jesús y su ascensión al cielo.
  3. Son canales de gracia – dan la gracia santificante (participación en la vida divina) y la gracia actual (actúan sobre el alma para dirigirla hacia el bien).

Por lo tanto, un sacramento es un signo sensible que Cristo instituyó, donde se comunica a nuestra alma la gracia y, a su vez, la santificación interior. En el capítulo seis de Laudato Si’, sobre la educación ecológica y la espiritualidad, el Papa Francisco escribe sobre los signos sacramentales:

“Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural. A través del culto somos invitados a abrazar el mundo en un nivel distinto….Para la experiencia cristiana, todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha introducido un germen de transformación definitiva”  (LS 235).

Hildegarda se refiere a menudo a Dios como “el reverdecimiento”, aludiendo al Espíritu y a su poder renovador, que aviva y manifiesta la divinidad en toda la creación. Dice: “La Palabra es vida, ser, espíritu, todo verdor, toda creatividad. Esta Palabra se manifiesta en toda criatura”. En su visión del mundo, la creación puede cantar simplemente a través de un rayo de luz.

Considerando mi propia relación con la creación, quizá pueda profundizar en ella, entendiéndola como sacramental. Cuanto más participo de los sacramentos, más se profundiza mi relación con la creación. 

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