Los Reyes Magos, Los magos que en realidad eran astrólogos.

Los Magos, conocidos como «magoi» en griego, eran una clase de sacerdotes persas o babilonios. Aunque no tenían acceso a la revelación divina como los judíos, buscaban a Dios estudiando las estrellas, alzando sus miradas al cielo en búsqueda de guía.

La única alusión que tenemos a estos personajes aparece en el Evangelio de San Mateo, en el que se menciona a unos «magos», de quienes no da nombres, ni dice que fueran reyes y ni mucho menos que fueran tres. El Evangelio cuenta que unos magos llegados de Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al rey de los judíos que acababa de nacer.

Al enterarse de esta noticia, Herodes el Grande, que por esa época era el rey de Judea, los mandó llamar para interrogarlos, y les hizo prometer que una vez hallaran al niño se lo comunicarían para que pudiera adorarlo él también.

Tras abandonar el palacio y ser guiados por la estrella, los magos encontraron al niño en un establo en Belén, junto a María y José. Al postrarse ante él y ofrecerle oro, el metal de los reyes; incienso, la ofrenda de los dioses; y mirra, como anuncio de sus futuros padecimientos, fueron advertidos por un ángel de que no volvieran al palacio de Herodes ya que este solo quería acabar con la vida del niño.

El Evangelio cuenta que unos magos llegados de Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al recién nacido rey de los judíos.

Los evangelios ofrecen muy pocos datos sobre los Reyes Magos; en realidad, la historia y el término «mago» se ha de interpretar como un sinónimo de astrólogo, un sabio que puede, a través de la lectura de las estrellas, predecir acontecimientos.

Quinto Séptimo Tertuliano, padre de la Iglesia en el siglo III, creyó ver una mención a los tres Reyes Magos en el Salmo 72 del Antiguo Testamento, que dice lo siguiente: «Que los reyes de Sabá y Arabia le traigan presentes, que le rindan homenaje todos los reyes». El hecho de que fueran tres se vincula tanto a la Santísima Trinidad como al número de regalos que estos personajes llevaron al niño Jesús.

El relato del Evangelio de Mateo habla del Oriente en referencia a la región de donde provenían los Magos, que tradicionalmente se interpreta como la zona de Arabia, Persia o Caldea.

La palabra «mago» en su origen no tenía la connotación moderna de realizar trucos de magia, sino que proviene del persa «maguusha», que significa sacerdote. En el griego, se tradujo como «magos», refiriéndose a una casta de sacerdotes persas o babilonios que estudiaban las estrellas en su búsqueda de Dios. Estos sacerdotes, que presumiblemente pertenecían al zoroastrismo, fueron considerados por los imperios persas como los guardianes del legado de Zaratustra.

La idea de que los Magos fueran reyes se deriva de una interpretación de las Escrituras. El Salmo 72 (versículos 10-11) menciona que los reyes de Arabia y de Etiopía ofrecerán regalos y se postrarán ante el Señor. La Iglesia cristiana realizó una yuxtaposición entre este pasaje y la visita de los Magos al niño Jesús, lo que llevó a la tradición de representar a los Magos como reyes y darles nombres como Melchor, Gaspar y Baltasar. Sin embargo, es importante destacar que el texto bíblico nunca los llama reyes.

LA EDAD MEDIA PUSO NOMBRE A LOS TRES REYES

A pesar de las respuestas que se puedan encontrar en la Biblia, el origen de los Reyes Magos tal como los conocemos en la actualidad tiene su origen en una larga tradición medieval que los «bautizó» con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar.

En España, y gracias a los testimonios escritos y artísticos que se guardan en la Biblioteca Nacional de España, somos testigos del nacimiento de esta leyenda a lo largo de los siglos, en concreto en una de las piezas más excepcionales de la literatura española del sigo XII, el llamado Auto de los Reyes Magos, una obra fundamental en la historia de la literatura española por ser el texto teatral más antiguo que se conserva en lengua castellana. En dicha obra aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar, pero no son definidos como «reyes», sino como steleros, es decir, astrólogos.

EXPLICACIONES ASTRONÓMICAS PARA LA ESTRELLA DE BELÉN

Algunos astrónomos sugieren que la estrella era realmente dos objetos brillantes «en conjunción».

Podría parecer grosero analizar una imagen tan eterna de la Navidad como la estrella de Belén, pero ya lleva décadas un discreto debate astronómico al respecto. ¿Habrá sido un verdadero acontecimiento cósmico lo que guió a los tres reyes magos en su viaje en busca de un niño recién nacido?

Este discusión requiere aceptar una suposición muy grande: que la historia de la estrella y el viaje son ciertas.

El profesor David Hughes, astrónomo de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido, publicó su primera reseña de las teorías sobre la famosa estrella en la década de 1970.

Después de años estudiando las explicaciones astronómicas y revisando las historias bíblicas asociadas, ahora es un experto y ha dado con algunos paralelismos históricos fascinantes.

Los tres reyes eran eruditos religiosos conocidos como magos: reverenciados astrónomos y astrólogos babilonios. Estudiaban los planetas y estrellas, interpretando el significado detrás de los sucesos cósmicos.

Cualquier cosa poco común era considerada un presagio, así que la estrella debe haber sido tanto rara como visualmente espectacular. Y según Hughes, habría tenido un mensaje muy claro para los magos.

Esto ha llevado a Hughes a concluir que probablemente la estrella de Belén no era una estrella, sino un conjunto de fenómenos.

«Si lees cuidadosamente la Biblia», dice, «los magos vieron algo cuando estaban en su propio país (probablemente Babilonia) y viajaron a Jerusalén, donde conversaron con el rey Herodes».

Triple conjunción

Según la historia, le hablaron a Herodes de la señal que habían visto y, afirma Hughes, «cuando dejaron Jerusalén hacia Belén, volvieron a ver algo».

La mejor explicación del astrónomo británico es algo conocido como una triple conjunción entre Júpiter y Saturno: ambos planetas acercándose en el cielo tres veces durante un corto periodo.

«Esto ocurre cuando hay una alineación entre el Sol, la Tierra, Júpiter y Saturno», afirma Hughes.

Tim O’Brien, director asociado del Observatorio Jodrell Bank en Cheshire, Inglaterra, sugiere que debe haber sido una visión llamativa. «Es notable cuánto puede atraer tu atención que se junten dos objetos muy brillantes en el firmamento».

Y una vez que los planetas alinearon sus órbitas, la Tierra «se adelantaría» a los otros, es decir, Júpiter y Saturno aparecerían cambiando de dirección en el cielo nocturno.

«En esa época, la gente daba gran importancia al movimiento de los planetas», explica O’Brien.

Más significativo aún, se cree que ocurrió en la constelación Piscis, que representa uno de los signos zodiacales.

«Una triple conjunción como esta sólo se da cada 900 años», indica, así que para los astrónomos de Babilonia hace 2.000 años debe haber sido una señal de algo muy importante.

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