Los dioses como impulsos de energía o arquetipos de consciecncia o huellas cosmicas o potencias divinas en nuestro interior es un concepto que ha sido explorado por diversas corrientes filosóficas y espirituales a lo largo de la historia. Esta perspectiva sugiere que los dioses, en lugar de ser entidades concretas o personificaciones de fuerzas naturales, son representaciones simbólicas de aspectos fundamentales de la experiencia humana y del cosmos. Sugiere una comprensión más simbólica y psicológica de las divinidades, que las considera como manifestaciones de fuerzas universales y aspectos fundamentales de la experiencia humana y cósmica. Esta perspectiva ofrece una manera de entender y relacionarse con lo divino que trasciende las limitaciones de las creencias religiosas convencionales y nos invita a explorar los misterios más profundos de la existencia.
Los dioses son intermediarios entre lo divino y lo humano, actuando como canalizadores de energía y guías espirituales en el camino hacia la iluminación y la realización personal. En lugar de ser entidades separadas de nosotros mismos, los dioses son aspectos de nuestra propia psique y del cosmos que podemos integrar y trabajar para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual.
El término «mito» se malinterpreta como simples cuentos o fabulaciones sin veracidad. Sin embargo, los mitos son mucho más que eso: son las narrativas de la sabiduría y las verdades espirituales de antiguas religiones, transmitiendo las profundas verdades de la psique humana y la experiencia compartida. La astrología, como lenguaje mítico, contiene estas verdades universales sobre el alma humana, ancladas en las grandes mitologías de todo el mundo.
Los «mitos de origen» o «mitos de creación» representan un intento por hacer comprensible el universo en términos humanos y explicar el origen del mundo. La versión más ampliamente aceptada en la época, si bien un relato filosófico del comienzo de las cosas, es la recogida por Hesíodo en su Teogonía. Empieza con el Caos, un profundo vacío. De este emergió Gea (la Tierra) y algunos otros seres divinos primordiales: Eros(Amor), el Abismo (Tártaro) y el Érebo.
La historia de los dioses planetarios se remonta mucho más allá de la Grecia antigua; sus orígenes se encuentran en las antiguas civilizaciones de Sumeria y Babilonia. En el siglo pasado, se realizaron descubrimientos extraordinarios en estas tierras ancestrales, donde se encontraron bibliotecas completas llenas de tablillas cuneiformes. Los planetas encontraron su origen como deidades veneradas, cuyos nombres y atributos resonaban en los cielos y en la vida cotidiana de los antiguos habitantes de Mesopotamia. Estas deidades llenaban el firmamento con sus historias y su influencia.
Al observar estas antiguas deidades, es inevitable notar ciertas similitudes con los dioses olímpicos del panteón griego. La rivalidad entre hermanos, los romances divinos y las batallas cósmicas recuerdan la rica mitología que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Esta relación específica y profunda entre los planetas y las divinidades arquetípicas ofrece una comprensión única de los cuerpos celestes, una comprensión que no puede obtenerse de ninguna otra manera.
Filosofía Hermetista:
La tradición hermética, que se remonta a las enseñanzas atribuidas al mítico Hermes Trismegisto, sostiene que existe una conexión profunda entre el macrocosmos (el universo) y el microcosmos (el individuo). Según esta perspectiva, los dioses y las fuerzas cósmicas son manifestaciones de una realidad más amplia y profunda que se refleja en el ser humano. Los dioses pueden ser vistos como aspectos de la divinidad que residen dentro de cada individuo, y el trabajo espiritual implica despertar y cultivar estas energías internas para alcanzar la iluminación y la unidad con lo divino.
Filosofía Neoplatónica:
La filosofía neoplatónica, desarrollada por pensadores como Plotino y Proclo, sostiene que hay un principio supremo o Uno del cual emanan todas las cosas. Este Uno se desdobla en una jerarquía de emanaciones, que incluyen a los dioses, los seres humanos y el mundo material. En esta cosmología, los dioses son entendidos como emanaciones o expresiones del principio divino, y reflejan aspectos particulares de su naturaleza. Desde esta perspectiva, los dioses podrían ser vistos como manifestaciones de energías cósmicas o arquetipos que se despliegan en el mundo.
Psicología Analítica de Carl Jung:
Jung desarrolló la teoría de los arquetipos, que son patrones innatos y universales de pensamiento y comportamiento que residen en el inconsciente colectivo de la humanidad. Según Jung, los arquetipos se manifiestan en símbolos y mitos, y son fundamentales para comprender la naturaleza de la mente humana y su relación con el cosmos. En este contexto, los dioses podrían ser vistos como personificaciones de estos arquetipos, representando aspectos fundamentales de la psique humana y del universo.
Por otro lado, en algunas corrientes esotéricas y espirituales, se sostiene que los dioses son manifestaciones de energías cósmicas o principios universales que operan en el mundo y en el individuo. Estas energías, que pueden ser asociadas con elementos naturales, planetas, o aspectos de la psique humana, son personificadas y adoradas como divinidades en diversas tradiciones religiosas y culturales.
Encarnar a los dioses que habitan en tu ser es abrazar la plenitud de tu potencial, sembrando la semilla que te impulsa hacia la transformación. Cada día es una invitación a dar a luz una nueva versión de ti mismo, despertando el potencial que yace latente en tu interior.
Este proceso es el viaje del héroe, una odisea personal de autodescubrimiento y crecimiento, donde te enfrentas a desafíos, superas obstáculos y te conviertes en el protagonista de tu propia historia. Al encarnar a los dioses internos, te conviertes en el artífice de tu destino, guiado por el impulso interior que te impulsa a alcanzar nuevas alturas.
Cada paso en este viaje es una oportunidad para aprender, crecer y evolucionar, transformando las adversidades en oportunidades y los sueños en realidad. Al abrazar tu divinidad interior, te conviertes en el héroe de tu propia vida, navegando por las corrientes del destino con coraje, determinación y sabiduría.
Que cada día sea una nueva aventura, una oportunidad para encarnar a los dioses que habitan en ti, sembrando la semilla del impulso y dando a luz la mejor versión de ti mismo. ¡Que tu viaje del héroe sea épico y lleno de magia!
Amén