HERMES GRIEGO.THOTH EGIPCIO.MERCURIO ROMANO.

El Mercurio romano, derivado del Hermes griego y del Thot egipcio, era considerado el dios del comercio, de los caminos y encrucijadas, los umbrales, las transiciones, los cambios, y también el instructor del lenguaje y las ciencias prácticas. Este dios destaca por su multitud de facetas, ya que no sólo era el patrón de magos, artesanos y mensajeros, sino también de ladrones y embusteros. Su astucia, habilidades e inteligencia persuasiva frecuentemente lo llevaban a comportamientos indiferentes a la ética y los principios.

Mercurio desempeñaba una función de intermediario, encargado de establecer canales de comunicación, ya sea entre los propios dioses, entre los dioses y los mortales, o incluso con el submundo. Recibía el nombre de psicopompo, conductor de las almas en su entrada o salida del Hades. En este último aspecto, podemos ver su papel mediador entre lo consciente y lo inconsciente, es decir, entre el Sol y la Luna.

Este dios multifacético se vincula estrechamente con la astrología, donde Mercurio representa la mente, la comunicación y el intelecto. Rige tanto a Géminis como a Virgo, los signos asociados con el pensamiento lógico, la adaptabilidad y la precisión. La influencia de Mercurio en el zodiaco abarca desde la agilidad mental y la curiosidad hasta la capacidad de análisis y la eficiencia en la resolución de problemas.

La mitología de Hermes Trismegisto, figura sincrética que combina elementos de Hermes y Thot, añade una dimensión esotérica y filosófica a Mercurio. Hermes Trismegisto es el supuesto autor del Corpus Hermeticum, una serie de escritos que fusionan la filosofía griega con la espiritualidad egipcia y la alquimia. Este corpus influyó profundamente en el esoterismo occidental, la alquimia y la tradición mística del Renacimiento.

Los textos herméticos enseñan que la humanidad puede elevarse más allá de la materia y reconectarse con el reino espiritual a través del conocimiento y la sabiduría. La figura de Hermes Trismegisto simboliza esta búsqueda de la verdad y la iluminación, actuando como un puente entre lo divino y lo humano. La filosofía hermética aboga por el autocontrol, la filosofía natural y el estudio de las ciencias ocultas como medios para alcanzar una comprensión más profunda del universo y de uno mismo. 

EL CAUDUCEO

El Caduceo, la vara de Hermes siempre asociada a él sobre la que se entrecruzan dos serpientes. Este símbolo, conservado parcialmente en la actualidad en ámbitos como la medicina o el comercio, se refiere al regalo que le hizo Apolo y con el que logró que las caóticas fuerzas de dos serpientes luchando entre sí se ordenaran en torno a su eje. Lo que representa entonces es la circulación de las dos energías arquetípicas -la solar y la lunar- en su manifestación dinámica, pues es necesario un tercer elemento que permita que la polaridad primordial se despliegue. Es por todo ello que se ha visto en el Caduceo no sólo una representación de las corrientes sutiles o nadis que conectan los chakras según el hinduismo, sino incluso una alusión a la cadena de adn.

SIMBOLO

El planeta Mercurio se asocia con un principio neutral que actúa como mediador entre las polaridades, permitiendo la interconexión de diferentes aspectos. Esta función mediadora se manifiesta en la mente humana, facilitando la percepción de dualidades como lo interno y lo externo, lo arriba y lo abajo, y distinguiendo entre el sujeto y el objeto en el proceso del conocimiento.

Mercurio representa las facultades intelectuales y procesos cognitivos, incluyendo la comunicación a través del lenguaje y el intercambio de ideas. Además, está relacionado con el aprendizaje, la comprensión intelectual, el cálculo, la capacidad para resolver problemas y el procesamiento de información.

La posición de Mercurio en la carta astral indica cómo opera nuestra mente, cómo aprendemos, razonamos, nos comunicamos y utilizamos el lenguaje. Sugiere una necesidad de movilidad y variabilidad de enfoques, así como una constante búsqueda de estímulos y conocimientos. Las habilidades intelectuales se expresan tanto en el uso del lenguaje articulado como en destrezas prácticas, como las habilidades manuales y técnicas.

ALQUIMIA

Los alquimistas asociaron este principio al elemento que lleva el mismo nombre de Mercurio, por ser un líquido escurridizo muy característico: no moja, es muy pesado y tóxico, y no se deja capturar salvo por un principio superior activo, solar, como el Azufre. El parloteo incesante de la mente, flujo de pensamientos imposible de parar, responde claramente al símil con esta sustancia de la naturaleza. Pero al mismo tiempo que es nuestra gran limitación también nos puede liberar: en el gran problema está la gran solución, pues se trata de la “materia” de la Obra que el alquimista se propone rectificar; transformar el Mercurio vulgar en Mercurio de los sabios.

PSICOLOGIA MERCURIAL

La función mercurial es importantísima al indicarnos cómo filtramos la percepción de la realidad, pues nuestros pensamientos colorean nuestras experiencias, siendo así que un cambio de la actitud mental supone un cambio de nuestra realidad vivencial. La naturaleza de la mente es muy esquiva y ambivalente, al igual que el Mercurio mitológico, capaz de hacerse pasar por cualquier dios y usurpar su papel para provecho propio, además de engañar descarada y astutamente. Esta plasticidad y variedad en constante cambio, hace que la mente pueda adoptar cualquier forma y hacérnosla creer. Nos atrapa y enreda constantemente en sus laberintos y encrucijadas, consumiendo muchísima energía.

Este gran impostor no es otro que el Ego, ese ilusorio constructo de “yo” que genera todos los demás conceptos, y que se ha interpuesto a nuestra verdadera identidad plena y auténtica. La mente se interpone y altera la percepción directa de lo real, a través de la separatividad, haciéndonos creer que somos algo distinto a la fuente, de ahí que siempre se haya asociado al poder de la maya hindú. Pero este poder al mismo tiempo que vela también revela, en su aspecto mediador, ins-trumental y comunicante como se ha subrayado. El problema es identificarnos con el volátil y circunstancial personaje que nos susurra Mercurio y que nos impide reconocer la verdadera identidad de detrás; la fuente de luz. Desde el sesgo mercurial de la mente todo es percibido y polarizado de forma dual, estando siempre divididos y separados, cuando realmente todo es un contínuo del Ser homogéneo, unitario e indiviso. La mente no es la conciencia puesto que el pensamiento realmente separa en lugar de identificar. Si nos quedamos únicamente en los procesos cognitivos, encadenados en secuencias conceptuales, nos salimos de la atención presente plena, del ahora atemporal.

En cierto modo el hecho de percibir la luz de la conciencia diferenciada como lunar y solar es ya una primera discriminación intelectual de una misma luz indivisa. Evidentemente el Sol es la fuente generadora de proyección consciente y la Luna la pantalla refleja de automatismos inconscientes, pero en Mercurio constatamos también que, más allá de esta primera separación entre un sujeto y un objeto, existe la posibilidad de un nexo de unión que vincule los dos polos. Precisamente es esto lo que hace posible que la vida sea una dinámica y un juego de polaridades en constante movimiento entrecruzado.

FUNCIÓN MERCURIAL

La función mercurial es su intrínseca ambivalencia de aspectos. La mente, del mismo modo que es la causa de toda separación, también tiene la clave para la reconexión, puesto que todo puente o canal no sólo diferencia sino que al mismo tiempo une dos regiones.

Según su uso, nuestro Mercurio puede ser un mago o un ilusionista, un intermediario entre los mundos o un embaucador hábil en artificios. Su función específica debe remitirse a recoger, procesar y transmitir información, no crear nada nuevo ni realizar síntesis propias. Fuera de este papel instrumental, usurpa y engaña.

 

Su aspecto inferior es claro: el comerciante o charlatán que tiene la astucia para sacar provecho personal de cualquier circunstancia; errático, tramposo, disperso, inquieto, nervioso, picoteando en todos lados sin sacar nada en claro; no discrimina, es relativista, amoral, fragmentario y disociado, superficial, frívolo, inconstante y mentiroso – etimología derivada del término “mente”-.

En su aspecto positivo resulta necesario para que exista la multiplicidad, la variedad, el movimiento, la circulación, y psicológicamente otorga flexibilidad, agilidad, versatilidad, ingenio, inventiva, curiosidad, estímulo intelectual, análisis, etc.

Toda la función descrita – encargada de establecer nexos comunicantes- se da horizontalmente entre el yo y los otros yoes o el mundo, pero también verticalmente, entre el yo y lo que lo trasciende, interconectando órdenes de realidad superiores e inferiores. Los códigos semánticos no sólo pueden ser lógico-racionales como acostumbramos, sino también analógico-simbólicos, pues Hermes rige precisamente los lenguajes herméticos como la astrología por ejemplo; se le llama Trismegistos porque vincula los tres niveles de la realidad: físico, psíquico y espiritual.

El trabajo con las polaridades es el arte mercurial por excelencia: cualquier movimiento en un polo produce un reflejo simétrico en el otro. El poder de la mente y de la palabra es la herramienta del mago, pues el orden del pensamiento es el vehículo para que la voluntad, el propósito solar, se materialice en el mundo. Cuando todo está en su sitio la mente mercurial se pone al servicio de la consciencia solar; el mensajero cumple los dictados del rey honestamente, sin tergiversaciones.

Cuando Mercurio es dominante la inteligencia, reflejos, rapidez y agilidad de movimientos son muy característicos; aunque también la inquietud, ner-viosismo y variabilidad. En este sentido inclina hacia multitareas o ámbitos de gran versatilidad y cambios, y por supuesto aquellos en que las habilidades mentales y comunicativas estén presentes: periodistas, profesores, escritores, editores, abogados, analistas, críticos, lingüistas, traductores, oradores, comerciales, etc.

ASTROLOGÍA

Mercurio representa la mente racional, la forma en que pensamos, nos comunicamos y procesamos la información. La posición de Mercurio en la carta natal revela mucho sobre nuestras habilidades intelectuales, estilo de comunicación, y la manera en que interactuamos con nuestro entorno.

Mercurio en la astrología es mucho más que un simple indicador de cómo nos comunicamos. Es el puente entre el mundo material y el espiritual, entre el pensamiento racional y la intuición. Su influencia abarca desde la vida cotidiana hasta las esferas más elevadas del conocimiento esotérico, haciendo de Mercurio una de las fuerzas más dinámicas y multifacéticas del zodíaco.

Mercurio retrógrado es un fenómeno astrológico que ocurre aproximadamente tres o cuatro veces al año, cuando parece que Mercurio se mueve hacia atrás en su órbita vista desde la Tierra. Durante este período, se cree que la comunicación, los viajes y los dispositivos tecnológicos pueden experimentar interrupciones y malentendidos. Sin embargo, también es un tiempo para la reflexión, la revisión y la reconsideración.

CÁBALA

En la Cábala, Hod es la octava Sephirot de las esferas divinas, ubicada en la base del pilar izquierdo, que representa la forma y el rigor. Indica que la forma se manifiesta en símbolos individuales, relacionados con las letras y los números, es decir, con el simbolismo. Esto se conecta con la manifestación de Nabu, el dios mesopotámico de la escritura, que determina el destino de cada persona según lo decidido por los dioses. Hod impone la forma de la experiencia humana a través de la mente y forma parte de la tríada más baja de las esferas, la astral o personal, junto con Yesod, la Luna, y Netzaj.

Hod suele relacionarse con la magia, donde las letras, los números y los símbolos transforman el mundo exterior y operan sobre el mundo interior. Hermes, como nexo o mensajero, traduce estas potencias, que se asemejan al mito griego, como el dios de la superación de los límites y la ascensión al mundo espiritual, encarnando el poder de la energía y los medios para superar barreras y limitaciones.

Hermes también facilitaba el descenso a las profundidades porque en esos misterios, la evolución se consideraba un proceso escalonado de ascensión e integración. Hermes cumplía la función de guía, ayudando a eliminar las barreras entre su consciente inmediato y su inconsciente más profundo, y de ahí su papel como acompañante de las almas hasta el reino de Hades, el lugar de la reunificación.

Para comprender esta alegoría, nunca se debe olvidar que el inframundo no solo era para un más allá colectivo, sino también para el mundo interior.

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