CONSCIENCIA.

La consciencia es una concentración de energía de luz y de información. La consciencia es la sustancia Divina que se manifiesta en el universo, que lo cubre todo, que se encuentra y expresa en todo en diversos grados, desde la mas densa hasta la mas sutil. La sustancia Divina es la manifestación de Dios en cada ser y también unifica a todas las energías y se posiciona en un espacio – temporal diferente que se manifiesta de diferentes formas. 

DIOS ES LA CONSCIENCIA

La idea de que Dios es consciencia puede interpretarse de varias maneras dependiendo de la perspectiva filosófica o religiosa que se adopte. Desde una perspectiva teísta, Dios podría ser concebido como una entidad consciente y omnipresente que está presente en todo el universo y es la fuente de toda consciencia. En esta visión, la consciencia humana podría ser considerada como una manifestación o reflejo de la consciencia divina.

Desde una perspectiva más panteísta o espiritual, Dios podría entenderse como la consciencia universal, la energía o fuerza que impregna todo el cosmos y que se manifiesta en todas las formas de vida y de consciencia. En este sentido, la consciencia humana sería una expresión individualizada de la consciencia divina que está presente en todas las cosas.

No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes.
Juan 14: 1

Jesús les dice que en la casa de su Padre hay muchas moradas. Este mensaje trasciende lo físico y apunta a una verdad espiritual más profunda. Al prepararnos un lugar en nuestro corazón, Jesús nos invita a una transformación interior. Nos toma y nos guía, para que donde Él esté en plenitud divina, estemos nosotros también en comunión y unidad con lo sagrado. Es una invitación a elevar nuestra existencia, la consciencia, a trascender lo mundano y encontrar nuestro lugar en la vastedad del amor y la presencia divina.

La Consciencia en su esencia intrínseca escapa a cualquier intento de definición. No obstante, podemos percibir su presencia a través de tres aspectos fundamentales: la Superconsciencia, la autoconsciencia y la subconsciencia. Estos aspectos se manifiestan porque la Consciencia «ve», se observa a sí misma. La primera expresión de este «No Soy» como «Yo Soy» se manifiesta como luz. El acto de ver, de observarse a sí misma, es la propia manifestación de la luz.

Cuando hablamos del Ser, seguimos ante lo indefinible, pero su manifestación se desdobla en tres variantes intrínsecamente unificadas: la Consciencia, el Amor y la Vida. Es lo que es, más allá de la comprensión mental, pero palpable en la experiencia misma, ya que somos conscientes y perceptivos.

La Consciencia percibe y se manifiesta: su movimiento, imaginación, visión, pensamiento, discernimiento, elección, impulso y establecimiento de procesos (leyes). Todos estos aspectos y procesos, al ser intrínsecamente parte de la Consciencia-Amor-Vida, reflejan armonía, misericordia y belleza. Como la Consciencia es Amor, cada proceso y aspecto se desarrolla en el marco de la compasión y la bondad. Y como la Consciencia es Vida, todo lo que emana de ella está impregnado de vitalidad y dinamismo.

La Consciencia es consciente de Ser. El Amor, inherente a la Consciencia, señala el camino para la existencia plena. Y la Consciencia Viva impulsa el devenir de todo lo que es. Así, la Consciencia es y está, en una danza perpetua de ser y devenir.

En el tejido sutil de la existencia, la conciencia se despliega como un manto infinito, envolviendo cada rincón del cosmos con su presencia etérea. Es el hilo invisible que une el antes y el después, el aquí y el allá, creando un tapiz atemporal de percepción y comprensión.

El amor, como un río caudaloso, fluye a través de las fibras del universo, irrigando cada átomo y molécula con su fuerza magnética. Está presente en cada latido del corazón, en cada gesto de ternura, en cada encuentro que trasciende las barreras del tiempo y el espacio.

La vida, en su esencia más pura, se manifiesta en todas partes y en todo momento. Desde el susurro del viento hasta el resplandor de las estrellas, cada manifestación del cosmos respira el aliento vital que lo anima y lo sustenta.

Dios, la fuente primordial de toda creación, trasciende las fronteras de la conciencia, el amor y la vida. Es la esencia misma de la Realidad, el fundamento sobre el cual se erige el universo en toda su majestuosidad. Sin embargo, la ilusión de la separación nos ciega ante esta verdad universal. Nos aferramos a la idea de un yo aislado, desconectado de la totalidad, sin comprender que en la interconexión reside la verdadera naturaleza de nuestro ser.

Somos uno, manifestándonos en innumerables formas y expresiones. En la unidad encontramos nuestra fuerza, nuestra plenitud, nuestra verdadera identidad. Somos el Uno en su multiplicidad, la maravilla de maravillas, la expresión más sublime de lo divino.

LA FISICA CUANTICA

La consciencia es lo que nos permite observar el mundo que nos rodea, es nuestra ventana al mundo que nos rodea, y la física cuántica nos muestra que el universo está compuesto de energía, no de materia, manifestándose tanto como onda o como partícula, lo que influye en el mundo físico, es decir, en el campo. Y que es el campo? Fuerza invisible en movimiento que afectan el mundo físico, que coincide con la concepción espiritual de espíritu como algo invisible pero primordial en la formación de la existencia física.

Un fenómeno interesante planteado por la física cuántica, especialmente en el experimento de las dos rendijas, es que los fotones parecen «saber» cuándo son observados. Mientras que son onda están en todos lados al mismo tiempo, al observarlos se manifiestan solo como partícula en un lugar definido. Este comportamiento también se observa en las partículas subatómicas.

Nosotros, como observadores conscientes, somos los creadores del mundo que percibimos. Nuestra consciencia influye en la manifestación de la realidad que experimentamos.

Ni la conciencia en sí puede ser definida ni sus cualidades pueden ser reconocidas a través de una explicación teórica de sus componentes energéticos. Tal intento está, de antemano, destinado al mismo fracaso y frustración que el que resulta de la pretensión de explicarle a un ciego lo que es la luz o un sonido a un sordo de nacimiento.
Jacobo Grinberg

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